Continuidad de la actividad y resiliencia

Las empresas deben anticiparse a los riesgos comprendiendo las prioridades, planificando las interrupciones, empleando buenas prácticas empresariales y ejerciendo la previsión para aumentar su capacidad de corregir el rumbo rápidamente cuando las cosas vayan mal.

El rápido cambio digital y las crecientes preocupaciones cibernéticas han aumentado el riesgo de sucesos extremos pero plausibles que pueden afectar a los servicios empresariales importantes de tu organización. Al basarse en las prácticas tradicionales de gestión de la continuidad del negocio (BCM), tu organización puede aprovechar las prácticas de resiliencia operativa para ayudar a comprender, prevenir y recuperarse en estos casos.

Tradicionalmente, la gestión de riesgos empresariales se compone de tres disciplinas distintas, aunque interrelacionadas. Se trata de la Gestión y Comunicación de Crisis, la Recuperación de Desastres de TI (ITDR) y la Reanudación del Proceso de Negocio. Disponer de un plan de continuidad en todas estas disciplinas permite a las organizaciones responder a los riesgos que no sólo afectan a las operaciones comerciales, sino que también proporciona la capacidad de proteger a su gente y su marca, obtener ingresos, mantener la relevancia y seguir cumpliendo con la normativa. Las empresas deben anticiparse a estos riesgos comprendiendo las prioridades, planificando las interrupciones, empleando buenas prácticas empresariales y ejerciendo la previsión para aumentar su capacidad de corregir el rumbo rápidamente cuando las cosas vayan mal.